24/10/13

viviendo con la rabia y un desorden de apego (primera parte)

Como empieza a ser habitual, os traducimos un texto que forma parte de una serie de post sobre la experiencia de una madre adoptiva en los últimos 15 años en los que ha criado a sus dos hijas.
 
El blog lo escribe Fiona Ferguson, madre de dos niñas, hermanas biológicas, adoptadas en Inglaterra a finales de los 80 con 5 y 6 años. Las niñas eran las menores de 7 hermanos, los dos mayores continuaron en su familia biológica mientras que los 5 menores pasaron a acogimiento y posteriormente las pequeñas fueron adoptadas por Fiona y  su marido, John.

Como siempre que traducimos un texto, éste no representa las ideas de la web o de las personas que participan en este blog, únicamente lo traducimos para que sirva de reflexión y para mostrar distintos puntos de vista de distintas situaciones relacionadas con la adopción.
 

He pensado mucho sobre cómo voy a escribir sobre este tema tan sensible. Existen tantas teorías y libros escritos sobre el apego. No quiero parecer una especie de experto en la materia. Estoy de acuerdo, los he experimentado directamente haciendo frente y viviendo con un niño que sufre un caso severo de desorden de apego. Mi marido y yo hemos pasado por ellos y hemos sobrevivido. Tenemos una relación muyes estrecha ahora después de todo lo que hemos pasado. Nos sentimos padres de Amy, pronto seremos abuelos y nos sentimos con ganas de ayudar a Amy, apoyándola para convertirse en madre de su propio hijo.

Es mi opinión que diagnosticar a un niño con cualquier desorden no es un trabajo fácil para un profesional, y creo que los desordenes de apego habitualmente se pasan por alto y los niños reciben un diagnóstico erróneo.

He decidido escribir sobre lo que fue para mi vivir el día a día, un día al límite de lo que yo diría era una locura la mayor parte del tiempo.

Cuando nos entregaron a nuestras hijas, empezó a ser muy claro que había mucho más bajo esos abrazos superficiales y el bonito pelo rubio. Mi primer recuerdo es cuando Susie, la asistente social de las niñas, nos dijo que Amy era una niña muy feliz, fuerte y que ¡nunca lloraba! Pensar en los que nos dijo me hace enfurecer. Ella era una asistente social con experiencia... ¡todos los niños lloran! Hay algo que está muy mal cuando un niño no llora, esas emociones se van a algún sitio, en el caso de Amy pasaron a la clandestinidad para ayudarla a sobrevivir a la negligencia y el abuso que sufrió. A una asistente social le deberían saltar las alarmas si un niño no demuestra emociones. Era muy obvio desde el primer día que las dos niñas nos llevarían al extremo para controlarlo todo y cualquier situación que pudieran.

 

Lauren era lo contrario a Amy, creo que pasaba el 80% del tiempo llorando y, para conseguir tu atención, Lauren, siempre tendría alguna enfermedad o se haría daño y caería.

Lauren había sido una niña muy enfermiza, pasó la mayor parte de su primera infancia en el hospital, había aprendido muy pronto que estando enferma recibía atención. En la casa de acogida su hermana, Kirsty, había sido una madre para ella. Kirsty fue una gran perdida para Lauren, ella era una mamá para Lauren y todo lo que ella había conocido. Lauren nunca conoció a su madre y realmente creo que se apegó a su hermana como su principal cuidador, aunque estaba en acogimiento.

Cuando Lauren llegó a casa llevaba una talla 2-3 años y parecía y se comportaba más como una niña de 2 años que la niña de 5 años que habíamos asumido. Todos los que vieron a Lauren la trataban como a un bebé y le tomó bastante tiempo hasta que se sintió lo suficientemente confiada para crecer un poco. En tiempos de cambio e inseguridad, Lauren podía regresar a ese modo bebé, incluso balbuceando.

Como he contado en otro post anterior, empecé a encontrar la tensión abrumadora. El shock de enfrentarse a dos niños ya mayores, de 5 y 6 años, fue una tarea enorme. Tomar consciencia de que esto no iba a ser un caso sencillo de dar un buen hogar de golpe a dos niños y que viviríamos felices para siempre y el amor sería suficiente empezó a naufragar.

Las grietas empezaban a asomar y nosotros empezábamos a ver lo que era realmente una asignación complicada.

No voy a escribir mucho más en esta entrada para dar tiempo a mi cerebro a procesar la información y espero que lo que escribo pueda servir de apoyo a cualquiera que realmente esté en un punto crítico y empiece a perder la esperanza.

Haré todo lo todo lo posible para proporcionar información que les haga sentir que no está solos, su hijo no tiene nada malo, sólo están reaccionando a la vida que han vivido y están desesperados para que los acepten incondicionalmente.

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