13/10/13

qué esperar después de la adopción: cuidados en el orfanato

Empezamos una serie de entradas en el blog basadas en algunos escritos en la web de rainbowkids y love without boundariesy algunas de las entradas en nuestra web sobre aspectos postadoptivos, sobre la llegada a casa con un niño o niña adoptado, en este caso sobre los posibles efectos de la institucionalización en menores, traducción (no literal) de una de las entradas de rainbowkids.

Es imposible ofrecer el ambiente acogedor que satisfaga las necesidades de cada niño de forma individual en un orfanato. Ningún orfanato es capaz de proveer la misma calidad en el cuidado de un niño que una familia.

Con esto dicho, cada orfanato es diferente. Los orfanatos tienen diferentes niveles de apoyo financiero, distinta dedicación del personal y otros recursos adicionales. Incluso el personal más dedicado tendrá dificultades sin los otros dos y vice versa, sin un personal dedicado ninguna cantidad de dinero o de recursos en todo el mundo podría compensar a unos cuidadores de calidad.

Los ratios entre cuidadores y menores a menudo están desproporcionados. Hayan 9 o 19 menores por cada cuidador habrá, inevitablemente, un retraso en calmar un llanto, en llenar barrigas vacías y cambiar pañales húmedos.

Sin importar el país, es muy difícil cuidar de tantos niños a la vez. Añadamos a este hecho que algunos de los niños del orfanato pueden tener además enfermedades o necesidades especiales que requieren una atención especial y más tiempo, y la satisfacción de las necesidades emocionales, físicas y mentales específicas de cada niño se convierte en algo imposible. Además, el personal del orfanato quizás no reciba la formación que necesita para el cuidado de los niños que necesitan una atención post-operatoria. No solo esto crea un trauma en el niño, probablemente también provoca estrés en los cuidadores.

 

Es importante reconocer que un niño de un orfanato no ha tenido satisfechas sus necesidades de una forma consistente y predecible. Tener las necesidades básicas satisfechas en la infancia forma la base para la confianza en otros humanos. Podemos explorar nuestra propia educación para entender cómo las experiencias tempranas influencian el comportamiento y desarrollo de un niño, y eso ayudará a los padres a entender cómo necesita un niño adoptado ser criado y apoyado. El libro de la Dra. Karyn Purvis, The connected child (El niño adoptado. Como integrarle en la familia), es una guía concisa y útil para las familias. Pone en perspectiva habilidades poco comunes del niño o niña para afrontar situaciones, pequeños demasiado independientes para su edad, la no diferenciación con los desconocidos, el rechazo al contacto visual, y ayuda a muchos padres a construir una conexión con esos hijos que han pasado un tiempo institucionalizados o en un orfanato.
 
 
En un orfanato las posesiones personales son un concepto extraño. A medida que los niños crecen y exploran pueden tener acceso a algunos juguetes o ropa que son compartidos por todos. No es extraño encontrar niños que no han recibido nunca un regalo, han disfrutado de tiempo de calidad con un cuidador de forma independiente o han tenido su propio par de zapatos.

 
Una vez el niño o niña es adoptado, no puede entender que no se comparten todas las cosas dentro de la familia o que pueden lastimar los sentimientos de otro si dañan una de sus posesiones. Además, un niño puede sentirse abrumado cuando empieza a adquirir posesiones personales.
 
El baño y la limpieza personal no suelen ser una prioridad en un orfanato. En general los niños en los orfanatos se bañan o duchan en grupos grandes. En agua caliente no es en muchas ocasiones lo más común por lo que la hora del baño no es muy bienvenida ni los niños disfrutan de esos momentos en los entornos institucionalizados. ¡Es todo lo contrario a la experiencia que suele tener un niño occidental criado por su familia! En muchos centros no se dispone de calefacción o solo disponen de ella algunas salas comunes. En los meses de invierno puede hacer mucho frío dentro del orfanato y no se justifica un baño regular. Es casi cruel bañar a niños desnutridos en estas condiciones. Cuando un niño llega a casa con su nueva familia, los padres no deben sorprenderse si las uñas del niño están sucias o si su cuerpo parece que se no se ha lavado en los últimos meses. Es importante entender que un niño puede tener miedo a bañarse y necesitar tiempo para aceptar la práctica de lavarse habitualmente.
Es importante tener en cuenta que, mientras un padre puede sentir la necesidad inmediata de cambiar la ropa de sus hijos o bañarlos para que huelan más fresco, los olores y la ropa pueden ser un consuelo para el niño en ese momento.
 
Las dietas de los niños en las instituciones suelen ser básicas y escasas. Se alimenta a los niños de una forma acelerada sin darles tiempo a veces a terminar su comida. El desarrollo de los hábitos alimenticios en ese entorno puede influir significativamente en la relación del niño con la comida. A menudo, los niños institucionalizados, pueden adquirir conductas como la acumulación/ocultación de comida, engullirla rápidamente sin masticarla, o bien problemas sensoriales relacionados con los alimentos. Como no experimentan con nuevos alimentos ni nuevas texturas, el niño puede negarse a comer o escupir alimentos “extraños”. Comer en exceso y almacenar comida están relacionados con la experiencia, que nunca han tenido, que en su nueva familia hay abundancia de alimentos a su disposición. Almacenar alimentos (guardarlos en un bolsillo, ponerlos en un cesto en su habitación... ) puede ayudar al niño a sentirse seguro, le da esa seguridad que necesita de saber que hay comida disponible cuando la necesite. Un niño puede no saber cuando parar de comer, nunca ha tenido acceso ilimitado a la comida o nunca se ha sentido saciado. Suele llevar un tiempo al niño entender que siempre va a tener más comida cuando tenga hambre otra vez. No es suficiente que el adulto se lo explique. Para que un niño sienta esa seguridad alimentaria primero debe tener algo de poder o control sobre “poseer” los alimentos. Tener un pequeño armario con comida, una cesta en su habitación, una bolsa con golosinas que puede llevar con él, etc... ayudan al niño a procesar la nueva realidad de abundancia de alimento. Una vez que el niño comienza voluntariamente (sin preguntarle) a compartir la comida de su armario, cesta o bolsa, y entiende que va a volver a llenarse, la seguridad empieza a arraigarse.

En el orfanato, un niño, carece de estimulación y experiencias suficientes. Los niños institucionalizados no tienen la oportunidad de tener mucha interacción con el mundo fuera de las paredes del orfanato. También es posible que no tengan demasiada interacción con el mundo dentro de las paredes del orfanato. Esto puede hacer que tener nuevas experiencias, caminar sobre la hierba, ir al parque o incluso entrar en un coche sea estresante. Además, la falta de información visual y sensorial recibida puede conducir a un diagnóstico de retraso cognitivo. La mayoría de niños superan estos “retrasos” con el tiempo. Simplemente deben procesar muchas experiencias nuevas, adaptarse a la vida familiar y, en ocasiones, aprender un nuevo idioma. Todos requieren paciencia y empatía por parte de su nueva familia.

 
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